La poesía de un payaso
De un ataque al corazón
esta tarde se murió un payaso.
Lo más divertido del caso
que mientras su cuerpo estaba inerte,
la gente aplaudía y aplaudía,
al mismo tiempo pedía
qué él repitiera su muerte.
Es al payaso en esta vida
a quién Dios lo destinó a sufrir,
pues tiene que hacerte reír
aunque tenga su alma herida.
Con mi sonrisa fingida tengo
penas que ocultar,
más si yo, el payaso, pudiera hablar
y contar mis amarguras
hasta las almas más duras podrían conmigo llorar.
Al ver mi cara pintada
todos ríen con placer
sin llegar a comprender
que mi vida es desgraciada
si lanzo una carcajada
todos creen que es de alegría
más no comprenden que la suerte impida
que más riendo estoy,
es un paso más que doy
en pos de mi tumba fría
No pidáis que me ría
que de mi propia risa me espanto,
he reído tantas carcajadas de dolor
en este mundo traidor.
Me han enseñado a reír con llanto
y llorar con carcajadas.
Mañana cuando el payaso muera
todos lo echarán al olvido
más de mi que te has reído
nunca mas te acordarás
como música pasajera
que viene y se va.
Por eso público querido
usted que me ha brindado su aplauso
que me llena de gozo,
el último aplauso te pido y quedarme satisfecho
poniéndolo en tu carne y
llevándolo en nuestro pecho
como dos payasos bien agradecidos.
Markitos

MUERTE DE UN PAYASO
Nacido de ancestros de la risa,
criado bajo carpa, como errante;
vestido de colores fuertes y extravagantes
el hacer reír a carcajadas anti sonantes,
era la vida,...
la vida de un payaso mutante.
Que grotesco y triste, frente a un espejo,
con cara limpia y nariz natural me veo;
sin maquillaje que resalte mis ojos
como lechuza real del bosque,
que vida tan triste la mía, la de los normales,
con falsedades y trivialidades,
en un mundo siniestro y andante.
Soy un hombre,...
si , soy un hombre normal yo creo,
pero los vecindarios en mi no veo;
el cariño y el amor que yo doy,
a los niños, a los viejos y por todos voy,
pero el trato que recibo hoy,
son burlas, desdichas y tristezas,
burlas, de lo que yo soy.
Cuan me siento vestido de payaso,
luciendo mi nariz como un estropajo;
donde los chiquillos, juegan con ella muy majos,
y mis zapatos grandes de siete leguas,
donde el caminar como pingüino, me lleva
para hacer reír y gozar sin desmedida,
a aquellos terrenales,
que gozan de la burla y la vida.
Cuantas veces mi sufrimientos y tristezas,
he llevado, por lo que a mi me aqueja;
en los escenarios, la carpa y la plazoleta,
tengo que dar y llevar la alegría
a aquellos que gozan de la dicha,
y, yo consumiéndome en vida
con mascara, nariz y maquillaje,
atrás de un rostro sufrido y resquebrajado.
Tantos años que han pasado,
de alegría en alegría,
a niños, y ancianos por doquier;
a este payaso loco que da sonrisas,
y alivia el dolor y las penas,
con tanto amor, a la vida ajena.
Ya en mi aposento, oscuro y lúgubre,
postrado en mi lecho, de poco trecho;
tras la luz cual pavilo de una vela,
mi disfraz, colgado tras una percha
mis lagrimas brotando de mis ojos,
elevo una oración al Señor que esta arriba,..
Señor, mi Dios,...
no os desamparéis a aquellos que,
nacen sin alegrías, sin sonrisas y en la miseria;
y dame, lo único que te pido,
una sonrisa en mis labios,...
que al morir sea lo único que me quede.
Markitos
